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20 Dec 2016

Cuando las encuestas no lo son todo

Las críticas a las encuestas, en general, no son serias. No lo son porque, en el mejor de los casos, parten de que quienes realizan la crítica no tienen toda la información que deberían disponer para realizar una descalificación de las encuestas. No saben cual ha sido la muestra escogida, cómo, quien, y dónde se han efectuado las encuestas, cómo se han redactado y realizado las preguntas y un largo etcétera que es muy importante para saber el nivel de fiabilidad que el estudio tiene. En otros casos, parten de supuestos ideológicos que lo que pretenden es justificar determinadas decisiones o actuaciones, lo que, evidentemente, también descalifica sus comentarios.
Por otra parte, la encuesta es una herramienta de investigación social, lo que significa que está sujeta, por muy bien que se haga, a las fluctuaciones del entorno y los cambios que en la opinión pública pueden producir variables difíciles de controlar. Variables que, en la actualidad, algunas de ellas pueden cambiar muy rápidamente.
Parece que los errores en las encuestas realizadas para las elecciones presidenciales de EEUU, además de los problemas citados, pudieran no haber tenido en cuenta (o no lo suficiente) el “voto oculto”. Todos los analistas saben que esta variable es fundamental, sobre todo cuando los candidatos están muy igualados. En este caso, dado que la presencia de un personaje como Donald Trump era novedosa, pudiera haber sido difícil apreciar esta intención de voto que no se declara abiertamente. La presión mediática que han señalado todos los analistas, en contra de Trump, y la imagen que han transmitido del mismo, podrían haber hecho que el volumen del voto oculto hacia dicho candidato haya sido bastante más elevado que el que han considerado los diversos analistas.
Hay otros factores que pueden haber coadyuvado al triunfo del candidato ganador. Ya se han señalado algunos de ellos. Cierto abandono por parte del Gobierno de las clases medias blancas trabajadoras, efectos de incremento en los sentimientos identitarios de una buena parte de la población, que no alcanza a comprender el modelo de globalización que se les está imponiendo, rechazo a unas élites defensoras de dicho modo de globalización y que se convierten en un enemigo interno que no conecta con una buena parte del electorado, el haber tenido un periodo de mandato de 8 años del Partido Demócrata, la propia imagen de la candidata, vista como representante de esa élite whashingtoniana y sin muchas habilidades de conectar con los electores. Todos estos factores y algunos más específicos de cada Estado, han contribuido a que el voto se decantara como una forma de castigo a esa imagen que se ha construido de Hilary Clinton, además del desgaste producido por las investigaciones que se estaban practicando y su pasado matrimonial.
Por otra parte, el candidato ganador, ha logrado, pese a formar parte de la élite económica del país, que se le vea como opositor y fuera de dicha élite. Las propuestas que presentaba a través de un discurso simplista, ha llegado mucho más a la población que se ha sentido identificada con los, a veces, insultos frente a “los poderosos”.
La habilidad de Trump, a pesar de las críticas que se le hacían, ha sido haber conseguido situarse en una posición de “fuera del sistema” y, a la vez, vender la imagen idílica de un país que, si existió alguna vez, fue hace ya tiempo y que parece muy difícil que regrese. En ese imaginario colectivo que ha sabido transmitir, en ese intento de configurar un escenario de mayor certidumbre y a la vez, cercanía al ciudadano medio, que se encuentra muy desorientado, ha conseguido un apoyo muy importante.
Por otra parte, hay que señalar que el incremento de las desigualdades en el interior de los países, contribuye a un rechazo de la población hacia su clase dirigente, tanto política, como económica. Los ciudadanos perciben ese aumento de la desigualdad y reaccionan en contra de los que creen culpables. No sólo se produce en el caso Trump, sino también está presente en la consulta sobre el famoso Brexit en el Reino Unido (diferentes a lo acontecido en Colombia con el referéndum sobre la paz).
Claro es que hay diferencias entre los casos de EEUU y Gran Bretaña, pero también existen factores comunes que hay que analizar con cuidado, sin poner etiquetas facilonas, si de verdad queremos saber lo que está pasando en nuestras sociedades actuales.
Dejamos para otra ocasión profundizar algo más en estos temas.

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